Libro 8: Cantos del Hombre - 1960

INDICE
- Saludo a Waldo Franck
- Gaucho
- Canto al ciudadano del mundo
- 25 de mayo de 1947
- La mesa de la paz
- Canto del compañero de ruta
- Canto al camionero nocturno
- El edificio
- El caballero del camino
- A Ethel Rosemberg
- Cárcel
- Ómnibus
- Palabras al Pandit Nehrú
- Versos a la pequeña Ana María
- Petróleo
- El niño de Guatemala
- Santos Dumont
- María de Alcorta
- Muerte de Francisco Netri
- Marcha sobre Buenos Aires
- Los muebles del viejo Stura
- Federico por la voz de San Mateo
- Habla Dulcilla
- Paraná
- Las Malvinas
- Canto a la Patria
- Mater

 



Saludo a Waldo Frank (1)

Yo debí en esta ocasión, por respeto
al maestro, al mejor,
quedarme callado,
o cuanto menos leer un soneto
que no dijera nada.
Todos en posición de oir
alrededor de la mesa alumbrada
por el más grande en el dolor,
por el más viejo en servir.

Callados esta vez
-me dije-, y con el cuerpo
doblado, a los criollo, sobre los pies.
Alrededor de su corazón,
como del fuego
sólo nuestra respiración.

Pero en mi interior, impetuosamente,
se lastimaba un caudaloso amor
de conversar acerca del mundo
con el hermano mayor;
de ser irreverente
a su dolor profundo.

Por qué no decir –me dije- lo que pienso
de su país inmenso;
cuál es nuestra esperanza,
cuál nuestra fe,
cuál nuestra discrepancia.
Decirle: -Maestro,
he aquí lo bueno tuyo;
he aquí lo malo nuestro.
Esta es tu mies;
éste es tu yuyo.

Waldo Frank, hermano mayor, amigo:
Levanto mi mirada a tu mirada
fuerte como el sol, y te digo:
-La tierra está de sangre traspasada.
Sangre humana en los pies.
Sangre humana en la cara.
Culpa del hecho inglés.
Culpa del hecho americano.
Culpa del hecho teutón.
Culpa del hecho romano.
Culpa de todos:
culpa mía
por el mal uso que hice de mi don;
culpa del semejante, en cobardía;
culpa del moralista
de la mala moral,
la de John progresista, (2)
gran ladrona de pan.

Waldo Frank, hermano mayor, hermano;
en la noche del mundo, en esta misma hora,
oigo caer en llamas, como estrellas,
los grandes aeroplanos,
y oigo decir a las madres hambrientas,
rostro con rostro, los ojos levantados:
-Caen millones de naranjas
que queman las manos;
millones de muñecas
se están quemando.

Veo huir a los niños
a través de los campos,
corridos por las flores que se abren
de golpe en el espacio,
y que descienden
con movimientos blandos,
y se deshojan,
mortales, en los pastos.
Por todas partes niños que huyen
de las flores de trapo.
Oigo el clamor del hambre,
y miro hacia el trigal de nuestros campos.
Veo correr los niños
y me muerdo las manos.

Waldo Frank, hermano mayor, hermano:
En la noche fecunda, rumbo al alba,
contigo estamos;
contigo en la batalla
con los símbolos malos;
por la libertad del mar de dar su pez
y el surco su grano.
Nuestros son todos los símbolos buenos
en la batalla del destino humano.
Nuestro el poncho
del gaucho;
nuestra el hacha de Withman, (3)
multitudinario;
nuestra la máscara revolucionaria de Chaplin, (4)
terror de los tiranos;
nuestro el cuerpo luminoso
de Isadora Duncan, danzando; (5)
nuestra la máquina creadora
de Stieglitz, gran anciano. . . (6)
A tu lado, sin miedo,
marchamos,
al encuentro de Dios,
a través del caos.
Contigo hacia la supervivencia en una paz
que no hemos conocido,
que ciertamente nadie ha conocido:
la paz nacida del amor;
la paz verdadera;
la paz sin castigo;
la paz concertada de dolor a dolor.

Waldo Frank, hermano mayor, hermano;
¡nuestra columna avanza!
Pagaremos el “precio de la Noche
para heredar el Alba”.
-Si el día se embellece con la espera,
sea la noche larga-.
Por el amor del hombre
ganaremos el alba:
el alba para todos;
el alba universal;
el alba buena;
el alba del pan igual;
el alba sin frío;
el alba de la buena sal;
el alba pura;
el alba de la libertad total.

(1)     Waldo David Frank (Long Branch, Nueva Jersey, 25 de agosto de 1889 - 9 de enero de 1967), novelista, hispanista e hispanoamericanista estadounidense.
(2)     El autor se refiere a las finalidades de la “South Improvement Company” (Sociedad del progreso) fundada por John D. Rockefeller en 10 de mayo de 1871.
(3)     Walt Whitman (West Hills, condado de Suffolk, Nueva York, 31 de mayo de 1819 – Camden, Nueva Jersey, 26 de marzo de 1892), fue un poeta, ensayista, periodista y humanista estadounidense.
(4)     Charles Spencer Chaplin Jr. KBE (Londres, Inglaterra, Reino Unido, 16 de abril de 1889 – Corsier-sur-Vevey, Suiza, 25 de diciembre de 1977) fue un actor, director, escritor, productor y compositor británico.
(5)     Dora Angela Duncan, conocida como Isadora Duncan (San Francisco, 27 de mayo de 1878 - Niza, 14 de septiembre de 1927) bailarina estadounidense de reconocido talento y fama.
(6)     Alfred Stieglitz (1 de enero de 1864 – 13 de julio de 1946) fotógrafo estadounidense que durante sus cincuenta años de carrera luchó por hacer de la fotografía una forma de arte al nivel de la pintura y la escultura.




Gaucho

Quisiera haber vivido mucho tiempo antes,
en nuestra hora prima,
en nuestro día madre,
sólo para conocerte,
gaucho que cantabas con toda la sangre,
con todos los pájaros libres en la boca,
como ya no canta nadie,
nadie en el mundo,
nadie, nadie.

Quisiera haber vivido
en tu primer instante,
antes de la entrega de la pampa,
antes del encierro de los árboles.
Haber vivido en el alto mediodía
de tu lance.
Haber corrido la mañana,
desandado tu tarde,
ambulado tu ocaso tras las voz
del caracol del mate.

Río blando de boca,
para orillar, errante,
y un puñal en el cielo, hecho de estrellas,
cada noche, al echarme.
Un puñal, una cruz,
donde pensar el alguien.

Quisiera haber vivido
en tu día grande,
el del rastreo de la libertad,
la selva por delante.
Mía tu doma;
mío tu duelo salvaje;
mío tu oído en la tierra;
míos tus ojos en las altas aves.

Haber tenido tu pulso
para la sed, para el hambre.
En la boca sin miedo ante el desierto,
tu grito penetrante.

Quisiera haber estado en todas las pulperías
junto a la guitarra amante
-voz, cintura y entrega
de mujer entrañable-;
en todas las pulperías,
sólo para esperarte;
sólo para abrirte cancha;
sólo para gritar ¡que cante!
sólo para oírte cantar;
sólo para verte ir, libre, a cualquier parte;
la luna en tus virolas;
en tu cuchillo el sol que nace;
en tu pañuelo al cuello, enjugada,
la sangre.

Mía tu luz en la cara;
mía tu esgrima en el aire;
mío tu numen;
mío tu arte.

Antes del encierro de la aguada,
donde, entre junco y ave,
alguna vez te proyectó el ocaso,
montado y con amante.

Antes del alambre con uñas,
desgarrador de carnes.

Yo no tendría ahora
este dolor cobarde.
Dormiríamos juntos
bajo la tierra madre.

2

¡Gaucho!
Gaucho que estás en todas partes,
en la tierra, en los árboles,
en toda pisada de caballo,
en todo vuelo de ave. . .
¡Gaucho de la Cruz del sur
sobre la pampa grande!

Las piernas entre ramas,
los ojos anhelantes,
desmontados andamos
de tu coraje,
sin cuchillo, sin lazo,
por amarillas calles.
Viento ladrón de libertad y honra
metido en los trigales.

¿Dónde la voz que diga ¡Por aquí!
en nuestra amarga tarde;
dónde la voz de valeroso rumbo,
que nos enanque
y el ala del sombrero
otra vez nos levante?
Fuerza que se ha alejado de nosotros,
por el mañana, ¡hágase!

Vénganos otra vez,
¡oh, gaucho!, tu coraje.
Vénganos tu conciencia del deber.
Vénganos tu arranque.
Tu cuchillo de fuego.
Tu altivez, tu donaire.
Tu canto de jilguero.
Tu baile.
Tu corazón de niño.
Tu ángel.
¡Vénganos sobre el campo,
por el aire!




Canto al ciudadano del mundo

Sufrid con valor¡oh, seres!
Sufrid por un mundo nuevo.
Schiller

Con el “Yo creo” de las cuatro promesas
de tu revolución,
que el hombre dirá de pie
y la mujer doblada sobre su corazón,
han de empezar los cantos que te alaben
en el reino de Dios.

Los que así no comiencen
no se pondrán con tu alma en comunicación.

Porque entregaste para vernos libres
tu poca sangre y tu sudor.
Porque fuiste a lo largo del desierto
nuestro asnillo y león.
Porque tu dolor y muerte
fueron el precio de nuestra salvación.

Música que levantas las palabras
en tu loor,
será espontánea de multitud que lleva
su pequeño acordeón.
Nacerá como el agua de la piedra.
Florecerá como entre piedras la flor.
Tendrá de la semilla la misteriosa fuerza.
Tendrá del humo la natural ascensión.
Se oirá clamorosa
como “Going home”,
que en el día primero de tu sueño
tocó el hombre de color;
como “Más cerca, mi Dios, de Ti”
de tu primera hora sin dolor.

Música que no suba de la calle
no se pondrá con tu alma en comunicación.

Porque encarnaste como un símbolo
la esperanza y el amor.
Porque tu palabra había prometido
el día mejor,
y, mirándote a los ojos, como hacen los niños,
el pueblo te creyó,
porque a través de los ojos
se te veía el corazón.
(Era una pedrezuela bajo el agua
con florecillas en derredor).

Porque tu sonrisa estaba en todas partes
y era un seguimiento de sol.
(Se la veía echada en los umbrales;
lucía en toda hoz;
andaba suelta entre las gentes
ofreciendo su flor).
Porque estabas del lado de la risa,
de la alegría y la canción,
y aquí y allá y más allá se oía
tu voz de ¡alto! al dolor.

Porque en la cima de todos los árboles
de tu inmensa región
estabas en el ojo del jilguero
vigía y cantor.
Si la noche caía de improviso,
la luz se hacía en tu voz.
Con la sonrisa de tu mujer se hacía,
junto al hijo varón,
desde los grandes lagos
hasta los campos de algodón.

Esto lo saben todos los que oyeron
tus “fire side talks”

Porque en tu vida no hubo un solo momento
sin amor,
ni aún en el siempre temido
de la indignación.
“Sólo el que ama tiene derecho a castigar”,
decía un poeta de tu devoción,
y tú castigabas por eso,
por amor.
La mano te dolía después del castigo.
La mirabas con pena. Esto lo sabe Dios.

Cántico en que no estén todas las voces
no se pondrá con tu alma en comunicación.

Porque antes que te quebrara las piernas
el golpe de la hoz
(para doblar enteramente
la espiga de tu corazón),
habías bajado a las profundas minas
con el hombre de pico y farol;
habías llegado al corazón del bosque
para hacer noche con el leñador;
le habías dado la mano al maquinista
que gobierna el convoy,
dejándole la rosa de tu nombre
en el apretón;
habías comido el pan del arponero
(de quien aprendiste a remangarte en la labor);
habías abrazado al indio
y caminado junto al sembrador;
habías alegrado tus manos
levantando el trigo y el arroz;
te habías dado a los grandes ríos,
al viento y al sol;
te habías tumbado adámico en la hierba,
resplandeciente de agua o de sudor;
habías dormido con las bestias,
junto al pastor,
y habías comprobado que entre ellas
no existe la veneración,
ni la locura de poseer las cosas,
ni la desdicha, ni el desamor;
todo lo cual te lo había dicho Whitman,
el admirable Walt.

Cántico en que no estén todas las voces
no se pondrás con tu alma en comunicación.

Porque después del gran golpe
que por tierra te echó,
medio caído y medio levantado,
le sonreíste a Dios.
Y vio el pueblo como desempolvabas
tu saco y pantalón,
y cómo recogías del suelo
tu flor,
y cómo lo volvías a la vida
con un soplido de amor,
y cómo cortabas la rama verde,
y cómo labrabas tu propio bastón
(hecho de una recta imperativa
y de una curva para prender al ladrón),
y cómo volvías a la multitud,
limpio de todo rencor,
y cómo lo hacías con las mismas palabras
de Fray Luis de León.

Cántico que no sea de hombres fuertes
no se pondrá con tu alma en comunicación.

Porque en la hora cero del peligro
lleno de “esperanza y determinación”,
en nombre de las cuatro libertades
de tu revolución,
saliste al encuentro del mal
que batía su tambor.
Tu paso está en la arena,
con en los tiempos del Señor,
tu sangre está en la piedra;
en la zarza está tu jirón.
Eras la grulla cabecera
de la “V” del valor.
Ibas dando el santo y la consigna
de región en región.
Nunca se oirá palabra más hermosa
después de Amor.

La habías encontrado en los sagrados libros:
¡Liberación! ¡Liberación!

Hombres y mujeres decían que sí.
Todos se habían olvidado de la palabra no.
Lo decían mirando a la estrellas,
parado el corazón.
La grulla iba volando en la alta noche,
rotas las patas por el cazador.

Cántico que no sea de hombres libres
no se pondrá con tu alma en comunicación.

Cuando caíste
toda la tierra tembló.
El golpe de tu pecho contra el suelo
llenó al rebaño de confusión.
Quedó ciego el soldado y lo mataron.
Solo, en el cielo, en aviador vaciló.
Todos los rostros demudáronse.
Deshojóse la flor.
Y se apagó la lámpara en la cabaña
del más lejano leñador.
La luz no se rehízo.
Se había ido tu voz.

Pero allí estabas, ancha, luminosa,
como nunca se vio;
allí, al alcance de los ojos,
la bahía de la victoria y el perdón.

Te llamabas Franklin Delano Roosevelt.
Camarada debe llamarte Dios.

Para ti las estrellas.
Para ti el sol.
Para ti el lirio y la paloma.
Para ti el mar de tu amor.
Para ti el pañuelo lleno de diamantes
de la bandera de la Unión.
Tuya es la palabra Libertad
y tuya la palabra Amor.

Música que levante los cantares
en tu loor
(¡Danos tu “risa libertadora”;
danos tu humor!),
será espontánea de multitud que lleva
su pequeño acordeón.
(¡Haz que no vuelva el miedo,
que no vuelva el temor!).
Nacerá como el agua de la piedra.
Florecerá como entre piedras la flor.

(Haz que no tenga que esconderse el hombre
para cantar ¡Liberación!).
Tendrá de la semilla la misteriosa fuerza.
Tendrá del humo la natural ascensión.
(¡Haz que la libertad
reine en toda la nación!).
Se oirá clamorosa
como “Going home”,
que en el día primero de tu sueño
tocó el hombre de color;
como “Más cerca, mi Dios, de Ti”
de tu primera hora sin dolor.

Te llamabas Franklin Delano Roosevelt.
Ruega por nos.




25 de Mayo de 1947

Tengo el  amargo privilegio de escribir sobre el asesinato
de  mi hijo Enrique.  .  . Mi hijo tenía 23 años y amaba al
pueblo, a la verdad y a la justicia.  .  . caído, lo pisotearon
destrozando  su  cuerpo, que yo había concebido, criado y
educado con amor.  .  .

Carta de Gladys Tchira

1

Fue un día patrio el de su muerte,
un día solemne.

Todas las madres sintieron los puntapiés en el vientre.
Los sentirán por siempre.
Las mismas madres de los delincuentes.

En el lugar donde el hijo se hace.
En el lugar donde duerme, hasta que nace.

(Tú me habías puesto una escarapela celeste.
Yo la miraba dulcemente.
Los dos estábamos alegres.
Nadie pensaba en la muerte).

Tenía veinte años, veinte años.
Había salido a vitorear su diario.
Lo vitoreaba en alto.
Aleteaba en su mano como un pájaro.
Y era de amor su canto,
de obrero alegre en el trabajo,
de libertad, de Mayo.
El crimen dijo: -Hay que matarlo.

Dijo: Con el ardid del canto,
como se hace para matar al gamo.
Dijo, y el arma
avanzó entre los niños que cantaban.

El muchacho cayó a los pies de la gente.
Pero otro se levantó de él, de repente.
Tomó su voz y echó a correr como la liebre.
Era más fuerte que la muerte.

Tenía el corazón maduro, como flor de cardo.
Los matadores no habían hecho más que soplarlo.
Y la joven simiente
siguió a los matadores hasta los campos verdes.

Tenía veinte años, veinte años.
Tenía el sol entre las manos.
Corría con su llama por el camino alto.
Lo tumbaron por tierra como al gamo.
A puntapiés, caído, lo ultimaron.

El goce desalmado
multiplicó en el suelo los diarios.
También el viento patrio
tenía veinte años.
También, hermosos, altos,
los granaderos a caballo.

El día era de niños, de mujeres,
de flores, de laureles.

(Tú me habías puesto una escarapela celeste.
Yo la miraba dulcemente.
Los dos estábamos alegres.
Nadie pensaba en la muerte).

Quedó con la blancura del niño que duerme;
del niño que al cielo, todos los días, vuelve.
Pero algo había en su pelo, viviente;
en el desorden de su pelo agreste
-crespo, como el de Hércules-;
algo más fuerte que la muerte:
Un viento sembrador, seguramente.

2

Frío se lo llevaron a la madre inocente;
lleno de sangre, frío, dormido para siempre.
“¡Hijo del alma, hijo, que te han hecho!”. La gente
dejó al muchacho en brazos de la madre inocente.
Quedaron los tres solos: madre, hijo y la muerte.
Afuera, una paloma llamaba dulcemente.




La mesa de la paz

Por el fresco camino
del agua en libertad;
hacia donde el ave se ido
y se la oye cantar;
hacia la verde planicie
del lirio natural;
hacia donde reclama la paloma
está la mesa de la paz.

Sencilla y blanca, enteramente blanca,
hecha de pino albar;
con un arca debajo de la tabla,
llena de pan igual,
y tantos platos como tantos hombres
está la mesa de la paz.

No está hacia el lado de la voz airada;
no puede estar;
ni de la mano abierta frente al barco
que hecha el trigo en el mar;
ni del sótano oscuro de la ciencia
tras de la fórmula infernal.
No está; no ha estado nunca,
ni nunca estará.

Hacia el lado del día hay que buscarla,
donde la flor se da;
hacia donde se ha ido la paloma;
ahí, no más.

El camino es de río sin fronteras;
por él se va.
Acaba en un inmenso mar sin lindes:
la unidad del trigal.
Hay una voz antigua que reclama;
dice: no matarás,
y una voz que conduce;
dice: ama a tu igual.

La mesa del amor está hacia el lado
donde se ve clarear;
hacia el lado del canto matutino;
ahí, no más.

No está en la noche del temor y el hambre;
no puede estar;
ni del resentimiento, ni del odio
sin sueño, en soledad;
no está; no ha estado nunca,
ni nunca estará.

Está en el reino de la vara justa,
del buen pesar:
Cada cual con su vino en la garrafa;
cada cual con su sal;
cada cual con su estrella y con su rosa,
para soñar.

El aceite es hermoso en la aceitera:
tal su lugar;
la harina lo es en las amantes manos
que hiñen el pan;
el arroz, cuando cae de los puños
con rumor de collar;
la naranja, en el plato, dividida
según ella se da.

Nada de los escondido y lo negado
sirve a la paz.
Esto es tan cierto como el sol que ciega.
Esto es verdad.

Donde el aire es de pan puesto a la vista,
allí está.
La mesa limpia quiere manos limpias;
no quiere más.

Ya la ha encontrado el ave; ya la bestia,
tomando el viento, nada más.
Ya la ha encontrado, y está debajo de ella,
en can,
y junto a ella, el ángel
meditativo de la grulla real.
Sólo tú no la hallas, hombre triste;
descaminado vas,
con tu mujer dolida,
hecha para crear,
con tu hijo,
que un día amargarán.

Tira el arma en la hierba mancillada
de sangre y alquitrán.
El arma que te han dado y que te pesa,
tírala.
También las piedras del rencor y el odio;
también, arrójalas.
Deja el mundo del trueno y la tiniebla.
Sal a la claridad.
Corta la rosa con tus manos libres;
la rosa, córtala.
Toma del brazo a tu mujer, a tu hijo,
y ponte a caminar.
La mesa del amor está a la vuelta,
la mesa de la paz;
a la vuelta del día con su pájaro;
ahí, no más.




Canto del compañero de ruta

Dejadme marchar con vosotros,
poetas surgidos del pueblo;
dejadme ser vuestro compañero de ruta
en mi último trecho.

No quiero quedarme olvidado
en el mundo viejo.
Quiero marchar con aquellos que “entonan
los cantos nuevos de los tiempos nuevos”.

Dejadme ser vuestro compañero de viaje.
Vengo de lejos.
Mirad aquel confín de piedra y humo;
aquel desierto.

Para alcanzaros en la marcha
me aligeré de todo peso.
Tuve que atravesar mi propia noche
de extremo a extremo;
abrirme paso entre las ramas negras
de un bosque seco. . .
Para alcanzaros en la ruta
del aire fresco.

He llegado por fin;
pero estoy por el suelo.
Ayudadme a ponerme de pie,
poetas surgidos del pueblo;
llevadme donde el agua;
dadme vuestro pañuelo;
enseñadme un lugar de trigo joven,
para echarme de pechos,
y dejadme dormir mi primer día
en vuestro día nuevo.

Una paloma que me guía, blanca,
será mi hermoso sueño;
la paloma que espera y se adelanta,
de cortos vuelos;
la paloma que todos hemos visto
una vez por lo menos;
que se recuerda como un ángel,
el ángel bueno.

Al despertarme, no digáis de mi
ni esto ni aquello.
Atrás dejé la noche del pasado,
y ya no la recuerdo.
Si algo queréis decir,
decid: -Ha llegado el buen viejo.
Decid: -Quiere se nuestro compañero de ruta;
quiere que lo llevemos;
quiere marchar con aquellos que “entonan
los cantos nuevos de los tiempos nuevos”.

Atrás eché los fardos del pasado.
Ya no los siento.
No me dejaban ver las cimas.  .  .
Me he librado de ellos.
Como la planta sin la piedra,
estoy derecho.
Y ahora quiero marchar con vosotros,
hacer vuestro camino
de sol y nacimiento,
de trigo y bosque rescatados
y de gallos que cantan en los techos.

Dadme la voz, que es tarde.
Pronto, que se va el tiempo.
Sobre la ruta estoy con mi caballo.
No puedo contenerlo.
Toda la noche contemplé las luces
de la ciudad sin miedo.
Está allí, junto a un río,
donde el trigal se encuentra con el cielo.
Porque voy a alcanzarla y a perderla,
quiero llegar con los primeros.

Lleno de ramas muertas está el árbol
del mundo viejo.
Ya se lo ve caer en el ocaso.
El viento es fuerte y fresco.
Trae el rumor de voces
del batallón del pueblo
que a cuestas lleva el árbol y los pájaros
del mundo nuevo.
Los poetas están en el camino
y hacen allí los versos.
Están poeta, obrero y campesino
unidos en el trébol.
Hay quien sale a mirarlos en el día,
y ve que aquello es bueno.
Hay quien mira y no ve; hay quien no oye
el canto mensajero,
y hay quien se hace a la calle
para alcanzar el trueno
de la marcha de hoces y amapolas.
Yo soy uno de estos.
Mi puerta queda abierta
y la golpea el viento.

¡Dejadme ir con vosotros,
compañeros!




Canto al camionero nocturno

Hay barcos, muchos barcos, de hermosos nombres.
Nombres que no se olvidan, llegan, se van.
También hay trenes para nombrar soñando:
“El tren azul”, “El escocés volante”, “El internacional”. . .
Este va de un país a otro país.
Es como el huracán.
Hace temblar el suelo y deshoja los árboles.
Yo lo he visto pasar,
y lo he corrido con mi caballo
en clara noche, además.
Volvía con mujeres de otras tierras.
Cruzaba el campo como un gran collar.

Pero ni tren, ni barco, ni poema
tienen un nombre igual
a aquel que el camionero de mi pueblo
le ha puesto a su camión para viajar.

Trigo del año y sobre el trigo hombres
van a la capital.
“Voy hacia ti” los lleva por montes y limpiadas,
una luz roja atrás.

Labradores que están sobre el camino
oyen y dicen: “Ahí va”.
Lo dice el pescador cuando el camión
pasa el gran puente de metal,
y lo dice la niña que está sola y no duerme
porque es su tiempo de esperar.
Ella se arregla cada vez.
Sueña con la ciudad.
Si está en la puerta, deja que la luz
la deslumbre al pasar.

El camionero es joven, fuerte, valeroso.
Ama la libertad.
Tiene el viento del campo en el cabello;
el verano en la faz.
“Voy hacia ti” se llama su camión.
El camión llegará.
Su luz ciega las sombras
con un largo puñal.

El camionero es joven, ágil, animoso.
Ama la vida, ama la paz.
Tiene los ojos que no mienten;
el corazón fuerte, leal.
“Voy hacia ti” se llama su camión.
El camión llegará.

No importa que la lluvia se adelante,
que el árbol caiga, colosal;
que el motor haga alto
como la burra de Balaam. (*)
El camionero de mi pueblo
sabe esperar.
Deja que se le acerque y lo rodee
el silencio total;
pone la cara sobre el brazo y mira
un día entero o más;
dialoga con la bestia que lo observa,
sobre el bien, sobre el mal,
o se echa a dormir entre las ruedas,
como en can.
Ya se oirá decir a los que esperan:
“Ahí va; Ahí va”.

El camionero es joven, fuerte, valeroso.
Ama la libertad.
Tiene un amigo en el umbral del monte,
que agua y aire le da.
En el umbral del monte están hablando
dos hombres de verdad.
Están hablando al pie de una figura,
el guía de metal;
hablan de una paloma que se ha ido
y que hay que alcanzar.
Una mujer con niño los contempla.
Se la ve hermosa y en paz.

Ni tren, ni barco, ni poema hermoso
tienen un nombre igual
al del camión que ya atraviesa el monte
con una estrella atrás.

Va en busca de la luz entre las sombras.
La va a encontrar.
Lleva el amor bajo una blanca lona,
lleva cereal.

El camino es de liebre sorprendida;
de casa sola, aquí y allá;
de niebla echada sobre el paso
y de lejano cantar.

El hombre escucha, la mujer escucha;
la garza escucha, ángel de paz.
Todos escuchan en la noche,
hasta el muñeco de metal.

El camión va trillando las tinieblas.
El camión llegará.

(*) Balaam, profeta bíblico. El pasaje de Balaam y su burra
se encuentra en Números 22 – Vers. 21 a 27 de la Biblia.




El edificio

1

Todos vamos a construir el edificio.
Aquel que el hombre quiere.
Será nuestro edificio.

Lo construiremos en el valle sin lágrimas,
o en la planicie sin gritos,
o junto al bosque del canto;
pero mejor si al lado del río,
porque será grato ver el agua libre
desde nuestro edificio.

Lo construiremos
para los siglos.
La montaña y el árbol
nos darán los signos.
Montaña inconmovible, árbol frondoso,
serán por siempre unidos.

El labrador pondrá
su verano de trigo.
El jardinero pondrá
su primavera de lirios;
el panadero, su mañana de pan;
el minero, su noche de carbón escondido.
Las mujeres pondrán su día entero.
Es su destino.
Lo traerán en el enfaldo:
hilado, fruto o niño.

El poeta pondrá su bellas palabras.
Serán para el frontispicio.
El escultor pondrá, para el jardín,
su “hombre tranquilo”.
Los ancianos, su tarde de silencio.
Los infantes, el alba de sí mismos.

Todos pondremos nuestra jornada alegremente.
Nadie podrá llegar y decir: “Todo esto es mío”;
porque esta frase cruel
habrá desaparecido.
Tendrá que decir con nosotros
“Este es nuestro edificio”,
como ya se dirá de la tierra, “nuestra tierra”,
y de la vid, “nuestro racimo”.

Será llamada la Ciudad del hombre
donde se alce el edificio
y Plaza del amor y la victoria
donde se oigan los martillos.
Allí, en el aire libre,
hombres, mujeres, niños,
se detendrán con la mirada en alto
a ver subir la viga y los ladrillos;
a saludar al de arriba
-¡Eh, amigo!-
y a deslumbrarse con la llama azul
que une lo desunido.

Se oirán palabras como “árbol nuestro”
al pie del edificio;
como “arca de salvación”;
como “sueño cumplido”;
como “principio y fin del vuelo”;
como “nudo de todos los caminos”.
Eso se oirá decir
al pueblo reunido.
“Arenilla del cielo”
será llamado el polvo de ladrillo.

Un desbordado mar
de arroz, de verde trigo,
verán los constructores desde arriba,
y lo dirán a gritos.
Dirán: -Venid a ver el mundo,
¡eh, amigos!.
La paz reina en los campos.
Hay ángeles en los ríos.
Son las garzas que han vuelto.
El fuego se ha ido.

2

Y cuando todo esté terminado:
el corredor de los niños;
la sala de los alumbramientos sin temor
y la del sueño tranquilo;
el mirador de Marie-Claude, atormentada, (*)
y ya de vuelta en los lirios;
el taller de Juan-Lucas,
desconocido,
pero vivo en el yunque junto al cual
amó, sufrió y murió sin apellido;
las ventanas sin rejas
de los creadores pacíficos;
el almacén del arroz
y de la sal, bien medidos;
la cuadra cálida del pan
y el lecho fresco de los vinos
(no habrá cuevas de miedo
en nuestro edificio,
porque en el cielo pájaro y avión
serán lo mismo),
del lado de la mies vendrá volando
el corazón del trigo
y pondrá en la saeta de los vientos,
blanco, su símbolo.

¡Que hermoso día para todos!
Será domingo.

(*) Marie-Claude Vaillant-Couturier declaró contra los nazis ante el Tribunal Internacional de Nuremberg en 1945. Fue testigo del genocidio de judíos y gitanos en el campo de concentración de Auschwitz, así como también,  miembro activo de la resistencia dentro del mismo campo.




El caballero del camino (*)

El caballero del camino,
El de Junín, ha muerto.
Vino a morir a mi provincia.
Atravesó mi pueblo.
Iba tan rápido a su fin,
que nadie pudo verlo.
La voz de mi saludo -¡Libertad!-
me la quitó con viento.

Allí estaban los hombres, las mujeres,
junto al camino recto;
los niños en los árboles
y el avión en el cielo.
El pasó con su ráfaga a morir,
con muertas mariposas en el pecho.

La luz de tu sonrisa
se te apagó sin verlo.
Cuando alzaste los brazos para él,
ya estaba lejos, lejos.
Te dejó un remolino en el vestido
y una hoja en el pelo.

El zumbido perdióse hacia mi río.
Era como un lamento.
El río suele amanecer con ángel.
Pensé que el ángel fuera a detenerlo.

No digamos su nombre deshojado.
su nombre ya no es nuestro.
En el lugar donde dejó la sangre,
flores le pone el pueblo,
amarillas y blancas,
que duran un momento,
atadas con un hilo de retama;
todo del mismo suelo.

El caballero de Junín
ya tiene monumento.

(*) Eusebio Marcilla (n. Junín, provincia de Buenos Aires, Argentina, 16 de julio de 1914 – m.  Recreo, provincia de Santa Fe, Argentina, 14 de marzo de 1953) fue un piloto argentino de automovilismo. Murió en un accidente durante una carrera (Cruce de rutas Nac. 11 y Pcial. 70 – Recreo, Santa Fe). Debido a muestras de altruismo, incluso cuando estaba en juego su posición en la carrera, como el rescate a los hermanos Gálvez en 1940 o el de Juan Manuel Fangio en 1948 durante la Carrera Buenos Aires-Caracas (el Gran Premio América del Sur), donde llegó en el segundo puesto por haber preferido detenerse a rescatar a su compañero, se lo conoce como "El Caballero del Camino".




A Ethel Rosenberg (1)

“. . .pero como a las tres primeras descargas los médicos no
hubieran comprobado el deceso, se le aplicaron dos más. . .”
EEUU - Cárcel de Sing Sing, 19/6/1953

Yo no sé si eras o no culpable,
oh, muerta mía inesperada.
Sé que eras madre de Michael y de Robby
y qu como yo cantabas.

Yo tuve como Robby seis años inocentes,
y como Michael diez de risa despeinada.
Y tuve una madre triste. Nunca pensé
que nadie me la matara.

Nunca pensé que a una monstruosa silla
pudiera estar atada,
y que le dieran muerte cinco veces
hasta que de mí se olvidara.

Todo el mundo te sentía inocente,
porque cantabas.
Todo el mundo te había perdonado.
Eras la dulce perdonada.
Tú no habías destruido una ciudad entera, (2)
con hombre, árbol y casa.
Habías revelado, dicen, el secreto
de un arma.
Mi madre siempre me alejó de ellas.
Tenía miedo de tocarlas.

Todo el pueblo te había perdonado,
porque cantabas;
te había abierto las puertas del regreso;
te había dicho: -Anda.
Eras madre de Michael y de Robby.
Afuera estaban con paloma y rama.

Creen que te mataron y no es cierto.
Ya estabas libertada.
Has salido de viaje por el mundo.
Hoy entraste a mi casa.
Te sentaste a mi mesa sin hablar.
Eres eterna y blanca.
1953

(1)      Ethel Greenglass Rosenberg (Nueva York, 28 de septiembre de 1915 - 19 de junio de 1953) y Julius Rosenberg (Nueva York, 12 de mayo de 1918 - 19 de junio de 1953) fue un matrimonio de Estados Unidos de América ejecutados en la silla eléctrica acusados de espionaje. Fue la primera ejecución por espionaje de civiles en la historia de Estados Unidos. Aún hoy, se considera que el juicio a que ambos se vieron sometidos distó mucho de haber sido justo y se duda de la veracidad de las acusaciones de espionaje.
(2)     El poeta se refiere a la ciudad de Hiroshima, escenario del primer bombardeo atómico de la historia, el 6 de agosto de 1945, y que causó la muerte de 120.000 civiles.





Cárcel

“Los Borrachos” de Diego Velázquez (*)
cantan por el lado del trigo;
cantan la cosecha amarga:
En la cárcel está mi amigo.

Con flores de verano, con espigas,
vienen niñas de cabello esparcido.
Me llaman por mi nombre y no contesto:
En la cárcel está mi amigo.

Un fusil hace fuego por los campos.
Ya se acercan los tiros.
Mirad como el flamenco de la tarde
pasa a morir, herido.

Porque anunciaba el alba; porque iba
con su ramo de olivo;
porque avanzaba con paloma y canto
en la cárcel está mi amigo.

Y mi amigo es el hombre entre los hombres.
Él y la rosa son lo mismo;
él y la hierba cuando vuelve,
a pesar del cuchillo.

Dicen que anda una luna por el cielo;
que cerca pasa un río;
que un árbol crece adonde estoy mirando.
Dicen. Yo no lo digo.

La luna verdadera está en la cárcel;
la luna buena no ha nacido.
En la cárcel están con fulgor blanco,
luna, paloma y trigo.

Cuando se abra la puerta; cuando vuelva
el hombre amigo de los niños;
cuando en la cárcel carcelero solo
sienta que algo ha perdido. . .

Mi canto volverá; también mi hierba;
mi humilde flor, mi grillo:
Y otra vez el flamenco de la tarde
será de paz sobre los pinos.

(*)Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla, 6 de junio de 1599 – Madrid, 6 de agosto de 1660) conocido como Diego Velázquez, fue un pintor barroco, considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y figura indiscutible de la pintura universal.Los borrachos” o” el Triunfo de Baco” es una de sus obras más famosa pintada probablemente en 1629 en Madrid.




Ómnibus

“Maridos que comen y duermen se encuentran en cualquier
parte. Hombres como los nuestros no los tiene cualquiera”.

Abrió su mano porque estabas triste,
y te dio esta moneda:
“Hombres como los nuestros
no los tiene cualquiera”.

Mírala como brilla
tan usada y tan nueva,
de un lado un corazón
y del otro una estrella.

Mujer que vas camino de tu lágrima,
recuerda:
Es porque tienes que mirarlo preso
que la paloma vuela.

No busques a tu hombre por la cama
cada vez que te acuestas.
No enfríes, no, tu anillo
por donde no contestan.

Míralo como brilla y te protege
en tu mano de cera.

Es porque vas tan sola que es de oro
el coche que te lleva;
que un ángel se hace para acompañarte
bajo la lluvia de tu espera.

Desde el fondo del trigo yo te digo:
-Mujer, eres la tierra.
Sembrador de palomas como el tuyo
no lo tiene cualquiera.
1955




Palabras al Pandit Nehrú (1)

“El mundo exige paz. Nosotros hablamos con voz suave y espero con voz
dulce, pues esta es la tradición de la India. Nosotros queremos ser afables”.
Del discurso de Pandit Jawaharlal Nehrú, en Moscú el 9/6/1955

Te hablo con el mayor respeto.
Sólo porque has dicho eso.
¡Que hermosas palabras no oídas
desde hace mucho tiempo!
Para hablarte me he quitado el sombrero.
Es difícil que me reconozcas en el trigal inmenso.
Estás lejos, muy lejos,
y yo no soy mas que un hombre pegado a su suelo.
Mi canto es de perdiz por campo descubierto.

Pero te hablo con el mayor respeto.
Tal vez me estés oyendo.
Para hablarte me he quitado el sombrero,
y sigo la derrota de las palomas por el cielo. (2)
La India, según ellas, está hacia el lado del lucero.

Y es de frente al deodar de tu voz, que te contesto: (3)
Nosotros también queremos ser afables. Queremos,
sin temor de la tierra y seguros del cielo,
sembrar en paz el trigo, velar su largo sueño;
besarlo cuando nace, en su verde cabello,
y segarlo sin mancha para todos. Queremos
nuestra labor alegre y después nuestro tiempo
de echarnos en el suelo
y de mirar la luna largamente, en silencio,
como la luna es digna de ser mirada, maestro.

Nosotros también queremos ser afables. Queremos
el canto en el camino, la paloma en el techo;
por la mañana el pájaro del avión mensajero;
por la noche el collar del tren expreso,
y la voz del hombre diciendo:
-¡Mirad el buen pájaro-correo!
¡Mirad el collar de la novia y su sueño!
¡Mirad el fulgor en el cielo!
Aquél es Paraná, el gran río por medio;
Aquella Santa Fe, iluminado el puerto.
Del otro lado esta Bombay con los hermanos nuestros. (4)

¡Que dulces tus palabras que llegan desde lejos
a este trigal inmenso!
¡Cómo descienden, fatigadas de vuelo!
Porque son tuyas me he quitado el sombrero.
Veinte años estuviste, por tus hermanos, preso.
Hay un dolor de siglos en tu pueblo.
Estoy sólo, escuchándote. Tu voz es de universo.
La tarde y las palomas me llevan a tu encuentro.

(1)     Sri Pandit Jawaharlal Nehru ,(Allahabad - India, 1889-1964), fue un destacado político hindú. Líder del ala moderada socialista del Congreso Nacional Indio desde la lucha por la independencia. Primer ministro de la India desde la independencia el 15 de agosto de 1947 hasta su muerte.
(2)     Derrota: figuradamente ruta, camino. En náutica, la derrota es el trayecto que recorre una embarcación desde un punto a otro.
(3)     Deodar: Árbol conífero nativo de la india y otras regiones del lejano oriente.
(4)     Bombay: capital del estado federal de Maharashtra en la India y la más importante ciudad portuaria del subcontinente.




Versos a la pequeña Ana María (*)

Que tremendo pecado.
Cuánto dolor me espera.
Estás sola y me miras,
Ana María Ingalinella.

¿Por qué paloma eres
de sacrificio, nuestra?
¿Por qué tus ojos fijos
de ángel y en mi puerta?

Qué hicimos, me preguntas,
de quién tu amparo era.
¿Cómo te digo, ángel:
“Sembrado está en la tierra”?

Nunca podré rogarte:
“Perdóname, pequeña”.
Nunca podrás quitarme,
con tu perdón, mi pena.

Adondequiera vaya,
tus pasos en la arena.
Adondequiera mire,
tu soledad de estrella.

El ave que me deje,
será por mi tristeza.
La espiga que se doble,
porque tendrá vergüenza.

Nunca podré decirte:
“Perdóname, pequeña”.
Nunca podrás quitarme
ni espina, ni cadena.

Porque en mi tarde sola,
con túnica de niebla,
sin que mi voz te alcance
transitarás eterna.

Tal vez tu flor se abra;
tal vez tu risa vuelva;
tal vez un día digas
que ya nada recuerdas.

Pero en mi noche íntima,
donde la culpa queda,
porque llegamos tarde,
no crecerás, pequeña.

Inútil que te olvides.
Inútil que me muera.
Otra serás cantando,
niña de luna y cera.

(*) Ana María Ingalinella: hija de Juan Ingalinella, médico y dirigente reconocido del Partido Comunista. Fue detenido por la policía en Rosario (Santa Fe) el 17 de junio de 1955 y desapareció. Según testigos murió mientras era torturado. El día anterior la aviación había bombardeado Plaza de Mayo y como consecuencia de ello habían muerto más de trescientas personas. El Partido Comunista fue ajeno a esa masacre, pero por su condición de partido opositor y de izquierda, la policía tomó represalias contra sus militantes. La detención de Ingalinella se produjo tres meses antes del golpe de Estado que habrá de derrocar a Perón.




Petróleo

En un lugar del mundo
está la casa de los hombres solos.
A ella se entra diciendo “sangre”;
se la deja diciendo “petróleo”.
Y de estas dos palabras
está manchado todo.
Detrás de la casa, muerte sobre muerte,
hay una montaña de oro.

Contra ella una columna avanza,
que ya rodea el globo.
Claridad de palomas
la sobrevuela en redondo.
hombres, niños, mujeres,
como lava de hormo.
Se ve la que baja el cántaro a la sed
y la que lava el rostro.
Vienen desde antes de Cristo,
hombro con hombro.
Avanzan por la arena.
Los unos llevan la carga de los otros.

Los ayes y los cantos
a través del bochorno.
Se oye a Prometeo encadenado: (1)
_ Ved como sufro por vosotros.
Y al hijo de David: (2)
_ Si uno cayere, se sostendrá en el otro.
Y a Graco el mayor: (3)
_ La tierra es de todos.
Y a Espartaco: (4)
_ Volveré, amos, y no solo.
Y a San Pablo: (5)
_ Que no coma el ocioso.
Y a Tomás Munzer: (6)
_ ¡Campesinos! Dad muerte al lobo.
Y a Spinoza: (7)
_ Líbrate del miedo y el sollozo.
Y a Walt Whitman: (8)
_ Yo te lavaré los ojos.
Y a Martí: (9)
_ Mi honda es la de David. Conozco el monstruo.
Y a Gabriel Péri frente a los fusileros: (10)
_ El día viene, hermoso.
Todos quieren la casa blanca
con un árbol al fondo.

Cerrando la marcha
se ve a Ethel, sin rostro. (11)
Como avanza entre niños desangrados,
su canto es doloroso.
Canta:
_ No salgas, petróleo.
Sé como la leche de las madres.
No te entregues al odio.

En un lugar del mundo
está la casa de los hombres solos:
Se llaman John, Augusto, Henry. . . (12)
Son los tres poderosos.
Hay una mesa con un mapa
de mar tranquilo, de caliente trópico.
Se ve el monte, la espiga, la paloma.
Es la tierra de todos.
los tres hombres la miran largamente.
Le tocan pechos, hombros. . .
La ventana está abierta.
Ningún árbol al fondo.
1955

(1)     Prometeo: En la mitología griega, Prometeo es el Titán amigo de los mortales, honrado principalmente por robar el fuego de los dioses, darlo a los humanos para su uso y ser castigado por este motivo.
(2)     Hijo de David: Salomón, descrito en la Biblia como el tercer y último rey de todo Israel, incluyendo el reino de Judá. Es célebre por su sabiduría, riqueza y poder, pues La Biblia lo considera el hombre más sabio que existió en la Tierra.
(3)     Graco el mayor: Tiberio Sempronio Graco, el mayor entre sus hermanos, nació entre los años 169 y 164 a.C. Recibió una esmerada educación que lo impulsó a la actividad política de tendencia democrática y reformista. Se opuso a la nobleza (optimates), presentándose a la elección de tribuno de la plebe en el 133, siendo electo.
(4)     Espartaco: (Tracia, 113 a. C. - Lucania, 71 a. C.) fue un esclavo tracio que, según fuentes romanas, dirigió (o fue uno de sus líderes) la rebelión más importante contra la Antigua república romana en suelo itálico (conocida como III Guerra Servil, Guerra de los Esclavos o Guerra de los Gladiadores), hecho ocurrido entre los años 73 a. C. y 71 a. C.
(5)     San Pablo: Pablo de Tarso, originalmente Saulo, también llamado el Apóstol de los Gentiles y San Pablo de Tarso (nacimiento entre los años 5 y 10 d. C., Tarso (actual Turquía) - † año 67 en Roma), aunque no perteneció al círculo de apóstoles de Jesucristo.
(6)     Tomás Munzer: Reformador protestante alemán que lideró la Guerra de los Campesinos (Stolberg, Harz, 1489/91? - Mühlhausen, Turingia, 1525). Era un clérigo de vida inestable cuando, atraído por las predicaciones de Lutero, en 1519 se unió a la reforma propugnada por éste.
(7)     Spinoza (Baruch de): (Ámsterdam, 24 de noviembre de 1632 - La Haya, 21 de febrero de 1677) fue un filósofo neerlandés, de origen judío sefardí portugués, heredero crítico del cartesianismo, considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés René Descartes y el alemán Gottfried Leibniz.
(8)     Walt Whitman: (West Hills, condado de Suffolk, Nueva York, 31 de mayo de 1819 – Camden, Nueva Jersey, 26 de marzo de 1892), fue un poeta, ensayista, periodista y humanista estadounidense. Su trabajo se inscribe en la transición entre el Trascendentalismo y el Realismo, incorporando ambos movimientos a su obra.
(9)     Martí (José Julián): (La Habana, Cuba, 28 de enero de 1853 – Dos Ríos, Cuba, 19 de mayo de 1895) fue un político, pensador, periodista, filósofo, poeta y masón cubano, creador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la Guerra del 95 o Guerra Necesaria. Perteneció al movimiento literario del modernismo.
(10)  Gabriel Péri: (1902, Toulon—15 de diciembre 1941, Fortaleza Mont-Valérien) era un prominente Francés Comunista periodista y político. Fue tomado prisionero por los nazis en mayo de 1941 y ejecutado en prisión en diciembre del mismo año.
(11)  Ethel Greenglass Rosenberg: (Nueva York, 28 de septiembre de 1915 - 19 de junio de 1953)  fue una mujer de Estados Unidos de América ejecutada en la silla eléctrica acusada de espionaje.
(12)  John, August, Henrý: El poeta se refiere entre otros al magnate petrolero John Paul Getti y al magnate de la industria automotriz Henry Ford.




El niño de Guatemala

El 18 de junio de 1954 se produce un golpe de estado
para derrocar al presidente democráticamente electo
Jacobo Arbenz Guzman. En el trancurso de esta jornada
muere asesinado por la metralla de los aviones enemigos,
 un niño que jugaba en las calles de la capital guatemalteca.

Te prometí una canción:
“Tu vestido en los caminos”.
Quién sabe cuándo la haré.
Llevo en brazos, muerto, un niño.

Con una fruta en la mano;
con mi corazón mordido.

Han dejado al árbol solo.
Afuera está solo el río.
Sin árbol, sin sol, en cuevas
las madres se han escondido.

Dentro de una nube blanca
está el avión mata niños.
¡Tan lindo el cielo inocente,
azul como tu vestido,

con su día de palomas,
con su noche de berilos!
¡Tan lindo el cielo inocente!
Por la ventana lo miro.

Tiene derecho y revés.
Me acuerdo de tu vestido.

Pero llevo un ñino muerto.
No es rubio ni es morenito.

Dios me lo ha puesto en los brazos.
De todo el mundo es el niño.

Con una fruta en la mano,
muerto lo llevo, y es mío.
1954




Santos Dumont (*)

En una urna de bronce y oro,
sobre una columna de palisandro,
está cautivo y con sueño
tu corazón no escuchado.

¿Para qué
tenerlo ahí, sangrando?
¿Qué tiene el cielo?
¿Por qué sus pájaros son blancos?

Vivías mirando el aire.
No había tiempo de ser malo.

Y enseñaste a volar al hombre,
para elevarlo;
lo mandaste mas allá de las nubes
para que tocara a Dios con las manos.

Del cielo caerían pañuelos
sobre las plazas con muchachos.
La lluvia se hace en el cielo.
Hacia el cielo mira el campo.

Pero con la paloma
el hombre soltó el milano,
y éste se elevó rojizo
hasta la rama del relámpago.

Y también cayo la muerte
sobre las plazas con muchachos.

Ahí están con sus cruces.
Algunos no fueron hallados.

¿Para qué el bronce, el oro?
¿Para qué el palosanto?
Pongan todo en la tierra.
Graben el primer salmo.
1956

(*) Alberto Santos Dumont: (Palmira, actual Santos Dumont, Minas Gerais, 20 de julio de 1873 – † Guarujá, São Paulo, 23 de julio de 1932) fue un aviador brasileño, inventor e ingeniero (a pesar de no haber tenido formación académica en esa área). Fue el primer hombre en despegar a bordo de un avión, impulsado por un motor aeronáutico; algunos países consideran a los hermanos Wright como los primeros en realizar esta hazaña, debido al despegue que ellos realizaron el 17 de diciembre de 1903. Sin embargo, Santos Dumont fue el primero en cumplir un circuito preestablecido, bajo la supervisión oficial de especialistas en la materia, periodistas y ciudadanos parisinos. El 23 de octubre de 1906, voló cerca de 60 metros a una altura de 2 a 3 metros del suelo con su 14-bis, en el campo de Bagatelle en París.




María de Alcorta (*)

“. . . y arrojando su delantal sobre la mesa de los hombres dijo: Para
morirme de hambre trabajando, me muero de hambre sin trabajar”.
(Del Grito de Alcorta)


“La Sepultura” se llamaba el campo
de trigo y cielo en que morías.
Porque en él diste a luz el primer grito,
¡loada seas, María!

Señora, dueña, soberana,
estrella del mar, María.
Y libertad por obra de tu grito,
en todas partes viva.

De pagarés en blanco eran tus manos
en tu quehacer de harina.
Tu sueño despeinado en cama impaga,
de luna blanca y fría.

Nadie plantaba para nadie un árbol.
Ninguna oveja te era consentida.
Sin cantos, sin balidos, las mujeres
hijos tristes tenían.

Hasta que en noche de sudor y tierra,
sola de toda soledad, vacía,
con delantal de llanto entre los dientes,
diste en un grito el día.

Bendito tu dolor que incendió el trigo
por un poco de vida,
por un sauce de paz donde peinarte,
por una nueva espiga.

Dame tu despertar, durmiente pálida.
Toma mi duda, mi fatiga.
Dame el valor que deja
salir la lenta sangre por la herida.

Señora, dueña, soberana,
estrella del mar, María.
Y paloma por obra de tu grito,
y flor y golondrina.

(*) María Robotti, esposa de Francisco Bulzani, uno de los líderes de la huelga agraria conocida como"El Grito de Alcorta". Fue alma y nervio durante las jornadas preparatorias a la rebelión de los arrendatarios rurales del pueblo de Alcorta (Santa Fe).





Muerte de Francisco Netri (1)

Ayer,  en  pleno  centro,  fue  muerto  de  un
 balazo en el pecho el Dr. Francisco Netri. . .
“La Capital” (Rosario), 6/10/1916

La noche había dejado
una sombra en la esquina.
Por tu calle de siempre
hacia la sombra ibas.

Eras el abogado de los campesinos.
Llevabas en el ojal una espiga.

Cuántos hombres han muerto como tú;
cuántos morirán todavía,
por llevar distraído el corazón,
por ir mirando una espiga.

Era mi tiempo de estudiar.
También yo iba con mi florecilla,
traída del campo,
que con la luz se abría.

Me gustaba andar por Rosario
con mi dondiego-de-día. (2)
Andar sin rumbo y sin pena
por sus calles con niñas.

Te hallé tirado en el suelo,
con tu sonrisa, con tu espiga.

Mientras en los cafés
los poetas hacen su poesía,
la libertad muere en la calle,
sola, desconocida.

A manos de una sombra te vi muerto
cuando mi verso nacía.

No recuerdo los pájaros, ni el cielo;
ni el árbol, si lo había;
todo eso tan dulce de cantar
cuando no hay muertes en la vida.

Sólo recuerdo tu clavel de sangre.
Sólo veo tu espiga.

“Es el abogado de los campesinos”
_ una mujer decía _,
y tomada del brazo de su hombre,
te miraba agradecida.

También yo te miraba
con mi espontánea florecilla,
que se había cerrado
al nublarse mi día.

Después todos se fueron.
Quedó la calle vacía.
En la calle, brillando,
una cosa caída.

Yo la levanté con sangre.
Era de oro y se deshacía.

(1)     Francisco Netri:  fue el fundador de la Federación Agraria Argentina. Nació en Italia el 2 de abril de 1873donde se graduó como abogado, emigró a Argentina para encontrarse con su madre y sus hermanos que ya residían en Rosario, allí revalidó su título y ejerció la abogacía.
De destacada labor en la huelga agraria denominada “El grito de Alcorta” protagonizada por los colonos de la zona de Alcorta (Santa Fe), actuando como letrado para liberar a los huelguistas encarcelados y luego asesorándolos para renegociar los contratos de arriendo que los sumían en la miseria. Fue asesinado de un disparo en el pecho,  el 5 de octubre de 1916 en el centro de Rosario por un sicario que - según comentarios de la época – respondía a los propietarios de las tierras arrendadas a los huelguistas.
(2)      dondiego-de-día: Flor - campanilla morada silvestre.





Marcha sobre Buenos Aires

(1921)

Vienen de la tierra a grandes pasos,
como sembrando gritos.
Llevan un terrón en cada puño.
todos tienen mal vino.

Italia nos lo dio _ ¡Salud, Italia,
regaladora de hijos! _,
con el sirocco por la sangre, (*)
con el reniego y el suspiro.

La gente se sonríe todavía
de sus oscuros apellidos,
de sus brazos que cuelgan como ramas,
de sus bigotes abatidos.

¡Pero mirad el trigo!

Moretti, Marinozzi, Tornatore,
como revuelto río.
La gente se sonríe en los balcones
de sus sombreros hundidos.

¡Pero mirad el lino!

En los escaparates se ve el pan.
No hay pan sin trigo.
Los panaderos bajan las persianas.
Hacen entrar los niños.

¡Pero mirad el campo florecido!

En la tierra están solas las mujeres.
Sola la margarita del molino.
no hay viento en las espigas.
También el viento se ha ido.

Es el que sopla en la ciudad
con un olor distinto.
Todo Buenos Aires
tiene el olor del trigo.

Y el color de la Casa Rosada
se muda de amarillo.

Jugadores que juegan el cereal
salen a conocerlo, vivo.
El miedo entre sus manos
como azulado lino.
Se oye la voz del hombre contra el hombre:
¡Que no avancen los gringos!

¡Pero mirad el campo florecido!

Coronatti, Piacenza, Tornatore,
y María de Alcorta, la del grito.
Ella en la tierra, para que la pisen,
en cada brazo un niño.

(*) Sirocco: viento del sudeste propio del mediterráneo. Viene desde el Sáhara y llega a velocidades de huracán en el norte de África y el sur de Europa.





Los muebles del viejo Stura

A l día  siguiente, 26,  a mediado s de la tarde, como
culminación  de  ese  movimiento,  alrededor  de 700
personas  se  dirigiero n al  campo del  desalojado  y
volvieron  a  reinstalar  los  muebles  y demás efectos
de Stura, que habían quedado en un camino vecinal. . .
“El  Lanzamiento  de  un  Colono. . .”
“La Capital”  (Rosario),  2/12/1956

Luces y gallos y la voz del hombre
reciben el domingo.
Todos los días son iguales
donde florece el lino.
Venid a ver las tres de la mañana
del campo labrantío.
Venid a ver las estrellas
que aquí y allá han caído,
Donde las vacas están dando
su leche para los niños.
Oíd el despertar de los tractores
que son los tanques del trigo.

Vuelvo de ver los muebles del viejo Stura
tirados en el camino.

Mi compañero de viaje
me dice versos de Virgilio. (1)
Sabe que el taciturno de Mantua
estuvo de parte de los desvalidos:
“¿Para esto mis campos he plantado?” (2)
“¡Idos lejos de aquí: todo esto es mío!” (3)
Después dice “El embargo” (4)
de nuestro tiempo niño.
Después “Viento del pueblo” (5)
de los tiempos del pobre Federico, (6)
muerto sin culpa, arrodillado,
él y su ángel sorprendido.

Yo, sobre el corazón
reclinado el estío,
miro el campo que gira, las estrellas.
Me digo:
Échate, hombre, junto al río.
Come en silencio tu pan grande.
Bebe solo tu vino.
No vayas a ver muebles y herramientas
tirados en los caminos.

Ahí estaba la cama de los nacimientos;
ahí la mesa de desnudo pino;
ahí el cuadro de la Virgen
con su ramo seco, de olivo;
ahí el espejo
reflejando el trigo.
Eran las cosas de mi madre
llena de días y de hijos.
Todo era igual que una mujer desnuda
arrojada al camino.

El viejo Stura me miraba
como a quien vuelve arrepentido.
Era mi padre en medio de la calle
con todos sus martillos.
(Cómo se parecen
todos los padres campesinos,
con sus brazos quebrados,
con sus bigotes de filtrar el vino).
Tenía un eclipse de luna
en los ojos sin brillo
y la mano en el pecho
como tapando un tiro.

De repente un reloj
que estaba allí, escondido,
empezó a dar las horas
para la gente del camino.
Eran quinientos hombres y un reloj
junto a un mar amarillo.
Una. . .  dos. . .  tres. . .  cuatro. . .
De doce puñaladas vuelvo herido.

Mi compañero de viaje
me dice versos de Virgilio
(La noche es blanca y tiene
su liebre muerta en el camino):
“¿Para esto mis campos he plantado?”
“¡Idos lejos de aquí: todo esto es mío!”
Dice:
Levantaos, ¡eh, amigos!
Venid a ver las tres de la mañana
del campo labrantío.
Un gallo, y otro, y otro,
cazan estrellas con los picos.
Venid a ver las estrellas
caídas en el trigo.
Mirad cómo las vacas están dando
su leche para los niños;
cómo gira por agua para todos
la flor de los molinos.

1957


(1)     Virgilio: Poeta Romano nacido cerca de Mantua el 15 de octubre de 70 a c y fallecido en Brindisi el 21 de setiembre de 19 a c, autor de la Eneida, las Églogas (o Bucólicas) y las Geórgicas.
(2)     Égloga I de Virgilio.
(3)     Égloga IX de Virgilio.
(4)     El Embargo: Poema de José María Gabriel y Galán (Poeta español, 1870-1905)
(5)     Viento del pueblo: Poema emblemático de Miguel Hernández (Poeta español, 1910 – 1942). Por sus comprometidas obras y por republicano, fue perseguido por el franquismo muriendo en prisión de tuberculosis.
(6)     Federico García Lorca: Escritor español contemporáneo de Miguel Hernández. Famoso poeta, dramaturgo y prosista, nació en Vaqueros (Granada) el 5 de junio de 1898 y murió fusilado durante el régimen franquista por republicano y homosexual el 19 de agosto de 1936, siendo enterrado en una fosa anónima entre Viznar y Alfacar (Granada).





Federico por la voz de San Mateo (1)

Considerad los lirios de los campos.
Como los lirios fui.
Amado de la luna, ella se había
compadecido en mí.

En mi faja ni plata ni dinero.
Mi pan lo compartí.
Hombres que me disteis muerte,
nunca os conocí.

Si pecasteis matándome,
no pecasteis contra mí;
pecasteis contra el canto que traía
y que no dí.

Salar la tierra era mi gusto,
aquí y allí.
La iba salando de este modo:
Yo nada tengo contra ti.

“Apareja tu surco para el canto.
Soy el que da de sí.
Vengo a salar la tierra solamente,
para ti, para mí”.

“La paz sea en la casa”.
Si no era buena, sacudí
el polvo de mis pies.
Eso dije, eso fui.

Porque después del verso que llenaba
mi boca de benjuí, (2)
mi hablar se hacía de palabras sueltas:
no, no; si, si.

Con todo, me entregasteis ¿Cuál mi culpa
para que fuera así?
A la cuarta vigilia de la noche
vinieron por mí.

Los pasos eran sordos en la tierra;
el cielo, de neblí. (3)
¡Ay, mi lenta agonía de paloma;
ay, de mí!

Latía mi luciérnaga en la espera
su “aquí-aquí”.
No la pude apagar mientras venían.
Abrí.

Muerto sobre mi rostro me dejasteis
para echar suertes entre sí.
Ahora clamaís: _¡Valedme!_
Yo nunca os conocí.

La luna está levando sobre el monte.
He vuelto allí.
Ha colgado una estrella de la luna
aquel niño que fui.

(1)     Federico García Lorca: Escritor español contemporáneo de Miguel Hernández. Famoso poeta, dramaturgo y prosista, nació en Vaqueros (Granada) el 5 de junio de 1898 y murió fusilado durante el régimen franquista por republicano y homosexual el 19 de agosto de 1936, siendo enterrado en una fosa anónima entre Viznar y Alfacar (Granada).
(2)     Benjuí: Resina aromática vegetal.
(3)     Neblí: Ave de rapiña originaria de Europa.





Habla Dulcilla (1)

No soy más que una figurilla.
Ella me hizo una noche de luna en la ventana.
Ella se llama Elena y quería una hermana. (2)
Yo me llamo Dulcilla,
y hay una tercera que se llama Inés. (3)
Esta es la que anda en puntas de pies.

Hacer una figura
es siempre una bella aventura.
Acontece
que de una paloma oscura,
la blanca, ya olvidada,
reaparece.
Elena dijo, maravillada:
“¡Oh, he hecho una princesa, y con nada!”.
“sí _dijo Inés,
que se había acercado en punta de pies_,
y puede ser una hada”.

Una figura hermosa
se hace con poca cosa.
Se necesita un matecillo,
la luna,
papel, harina, pelo de cepillo,
tul de cuna,
un pañuelito, un broche
cuyo brillo se acaba. . .
Elena usó su cinta aquella noche.
Recuerdo que cantaba.

Lo primero que Elena hizo de mí fue mi frente.
La hizo mirando la luna durmiente
que estaba en la ventana.
Dijo: “Ya puedes soñar, hermana”.
Después me hizo la mejilla.
Después la sonrisa que hay en mi mejilla.
Por último me hizo los ojos,
desmesurados, de chiquilla,
y yo la miré con tanta dulzura,
que ella exclamó: ¡Oh, Dulcilla!

Mi pelo no es natural.
Es de lana amarilla.
Pero qué hermoso mi pelo estival
cuando viajo del lado de la ventanilla.
Oigo que la gente dice, a coro:
“Allá va Dulcilla.
Miren su llama de oro”.

Cuando llega la noche
Elena me desviste.
Es inútil que me ponga a llorar,
que le diga que estoy triste.
(¿Por qué vendrá la noche?
¿Por qué habrá que dormir?
Es tan dulce cantar,
correr, reír. . .).
Le digo:
“No me acuestes, hermana. Déjame estar contigo”.
Pero ella me desviste.
Sabe que no estoy triste
Me hace pedir perdón;
me pone en una caja de cartón,
y ya no me levanta.
La oigo cantar a ratos.
Canta:
“Las verdaderas princesas no viven en castillos.
Viven en cajas de zapatos”.
“De zapatos. . .”, se oye el eco de Inés
que juega con sus grillos,
o llora sobre un álbum, o anda en punta de pies.

Al fin me duermo dulcemente, y sueño:
Un camino, una loma,
un bosque pequeño,
y siempre una chiquilla
que trae una paloma:
_¿Vamos a volar, Dulcilla?
_¿Cuando?
_Ahora, que la luna brilla.
Y ocurre que me despierto volando.

Con el día, tras el despertador,
ella me hace rezar.
Trae un libro, una flor.
Es la hora en que me enseña a hablar.
(Se abren canciones
que da gusto escuchar).
Me hace hacer oraciones
con el verbo amar,
y con el sustantivo hombre,
y con mi propio nombre:
“Dulcilla ama al hombre”;
y abriendo la ventana
que da a la mañana,
me hace decir mil veces la palabra paz,
“porque es la más bella que se haya inventado jamás”.
La palabra cae deshojada,
como cuando nieva.
Se la ve en la calle, pisoteada.
Pero hay quien la recoge y se la lleva.

Así, con este lenguaje,
todos los domingos, al clarear,
las tres nos vamos de viaje
hacia cualquier lugar.
Elena mira el paisaje;
Inés sueña; yo finjo dormitar.
(Antes, naturalmente,
Elena me ha vestido de bella durmiente).
Cuando vemos un niño
nos detenemos un momento,
y levantada en el aire por la mano de Inés,
yo le cuento a ese niño
este hermoso cuento:
“Había una vez. . .”.

1959

(1)     Dulcilla: Títere que representaba a una muñeca fina. José Pedroni funda  en 1957con un grupo de alumnos del 1º año de la escuela Normal Domingo F. Sarmiento de la ciudad de Esperanza (Santa Fe),  una compañía de títeres que llama “Teatro de Títeres de Pedro Pedrito”. La mayoría de los muñecos fueron hechos por Pedroni, su esposa y alumnos de la escuela normal.
(2)     Elena Chautemps de Pedroni, esposa del poeta.
(3)     Inés Ramseyer, titiritera integrante del “Teatro de títeres de Pedro Pedrito”.





Paraná

_¿Adónde vas, hijo mío?
_Por mi caballo, al río.
_¿Por tu caballo? ¿Cuál?
_Por mi canoa, digo, que es igual.
_No vayas, que el río viene con ruido.
_No madre, viene florecido.
_Quédate, que no se ven las orillas.
_Viene con flores amarillas.
_Quédate, que no está tu padre.
_¡Qué hermoso es nuestro río, madre!
_¡Y que profundo!
_Profundo y fecundo.
_Turbio, no muestra lo que encierra.
_Turbio, del color de la tierra.
_Me atrae, pero le temo.
_Es manso, de extremo a extremo.
_Es manso en apariencia.
_Lleno está de inocencia.
_Lleva la muerte escondida.
_¡Salud, río de la vida!
_Cállate, que me haces llorar.
_¡Salud, río solar!
_Cállate, por favor.
_Dulce es no tenerte temor.
_Hijo, no hables así.
_Dulce es echarse en ti.
Tu mundo es otro acogedor.
De ti se vuelve sin dolor.

Dilo conmigo, madre;
dilo llena de gozo,
con tu voz de cantar:
_Salud, Señor y Padre.
Bueno eres y todopoderoso.
De ti le viene al hombre de este suelo
la voluntad de dar.
Por ti el varón es fuerte y mira al cielo;
por ti, dulce de amar,
grande para la espera y el dolor,
la mujer de su vida.
La flor de ceibo es su entregada flor,
porque es como su herida.

Dilo conmigo, madre,
tu brazo de ángel protector
alrededor de mí;
dilo cantando, con amor:
_Salud, Señor y Padre.
Nuestro eres y nosotros de ti.
Es de raíz y rama
la amistad que nos une, pura como la llama.
Movido hacia tu lado,
tiene el hombre su empuje y la mujer su espera.
El es el árbol inclinado
sobre tu fuerza viajera;
ella, la lluvia verde
de tu sauce constante,
que se va contigo adelante
en cada hoja que pierde.
Irse de ti es llorar.
Mirarte, descansar.

Dilo conmigo, madre;
dilo avanzando sin recelo,
con tu voz de cantar:
_Salud, Señor y Padre.
Grato es a los ojos tu pasaje hacia el mar;
grato tu viento en el pelo;
grata tu voz en el oído;
grata tu flor
donde se huele el olvido;
grato el verdor
de tus orillas donde nace
el ave venturosa;
grata la arena que en tu seno se hace,
silenciosa.
Y el canto de tu pájaro en vuelo.
Y el arrullo de tu paloma dolorosa.
Y el fulgor de tu pez en el anzuelo.
Y la ascensión gloriosa
de tu garcita mañanera,
y su regreso de ángel por el cielo
con la estrella primera.

Grato el descendimiento de la nube
que en ti se abreva;
grata su plenitud, cuando sube,
cuando por el aire te lleva.

Grata la aparición del toro,
rey ígneo, en tu barranca de oro.
Y bajada del cielo, grata la luna hermosa,
desnuda entre tus brazos, desnuda y temblorosa.

Dilo conmigo, madre;
dilo entrando en el agua sin temor,
y como me hablas a mí, con amor:
_Salud, Señor y Padre.
Dulce es sentirte en los pies;
dulce es echarse a tu lado.
Nuestro día de espera fuerte es
porque es por ti empujado
y por ti protegido.
Eres el can pastor;
de poco dormir,
que nos arrea hacia lo prometido:
el día mejor.

Tienes la oreja levantada
“hacia el lado de venir”
y el gruñido guardián
sobre la tierra bien amada.
De ti nacen en todas direcciones
los caminos del pan;
a ti vienen con sus dones
_cardumen, flor, bandada_
los otros caminos, los que no piden nada:
¡Oh, San Javier frutal!
¡Oh, Salado: tu gárgara de sal!

Dilo conmigo madre,
dilo bajando por el sendero andado
que entra en el agua, enamorado:
_Salud, Señor y Padre.
Tu fuerza es infinita.
En vientre de la tierra en tu arteria palpita.
De tu fondo estival
donde el gran pez dormita,
asciende a bocanadas el aliento vital.
Tuyo es el hecho
de la cargada rama y del henchido pecho.
Sobre tu onda danza
con pies de bailarina la esperanza.
En ti está el aliciente
de la ilusión que viaja, permanente;
en ti la levadura
de la libérrima ciudad futura;
en ti la voz de mando
de marchar hacia el día, en multitud, cantando;
en ti la noche y la alborada;
en ti la tarde en rosas cosechada;
en ti todo el pasado;
en ti todo el presente
que arrastra el árbol derrumbado;
en ti el futuro con su sol naciente;
la voz indígena, lejana;
la voz que pasa, combatiente,
y la voz salvadora de mañana.

Dilo conmigo, madre:
_Salud, Señor y Padre.
Nuestra provincia mansa
en tu brazo descansa.
Es tu mujer encinta
que en el linar se azula y en el ceibal se pinta.
Es tu mujer madura
que apoya en tu caricia su espalda y su cintura.
Es tu entregada esposa,
el pelo en el trigal, casta, desnuda, hermosa.
De tu fecundo aliento
amanece sudada.
Luz de tu boya anclada
vela su alumbramiento.

Dilo conmigo, madre:
_Salud, Señor y Padre.
La tierra prometida, la buena tierra en paz,
es ésta que tú guardas, ancha, libre, feraz.
Porque así era, al fundador
guiáronlo hasta aquí tu pájaro y tu flor,
y aquél pudo decir,
como en ninguna parte, que era dulce vivir.
Tuyo ¡oh, río! es la gloria
de haberle dado fama al hombre sin historia.
Por tu camino, vacilante,
vino por pan un día el oscuro inmigrante,
y el pan se hizo en su mano:
tuvo pan su mujer, su hijo, su hermano,
y le sobró otro tanto para dar.
Tuya es la gloria de llevarlo al mar.

1950




Las Malvinas

Tiene las alas salpicadas de islotes.
Es nuestra bella del mar.
La patria la contempla desde la costa madre
con un dolor que no se va.

Tiene las alas llenas de lunares.
Lobo roquero es su guardián.
La patria la contempla. Es un ángel sin sueño
la patria junto al mar.

Tiene el pecho de ave sobre la onda helada.
Ave caída es su igual.
El agua se levanta entre sus alas.
Quiere y no puede volar.

El pingüino la vela. La gaviota le trae
cartas de libertad.
Ella tiene los ojos en sus canales fríos.
Ella está triste de esperar.

Como a mujer robada le quitaron el nombre;
lo arrojaron al mar.
Le dieron otro para que olvidara
que ella no sabe pronunciar.

El viento es suyo; el horizonte es suyo.
Sola, no quiere más.
Sabe que un día volverá su hombre
con la bandera y el cantar.

Cautiva está y callada. Ella es la prisionera
que no pide ni da.
Su correo de amor es el ave que emigra.
La nieve que cae es su reloj de sal.

Hasta que el barco patrio no ancle entre sus alas,
ella se llama Soledad.

1953




Canto a la Patria

1

Yo soy el hijo de tu pampa.
Tu corazón de trigo es mi universo.
Y no voy a cantarte sino como quien eres,
sino como te siento,
oh, suma de la espiga y la paloma,
de la tierra y el cielo.

Por la esperanza siempre viva
de tu día primero.
Por la rosa ofrecida que en la mano
te queda de los hechos,
sobre una base en que se ha hecho mármol
la multitud del hueso,
y por el ángel que mi amor te inventa
y de ti se adelanta trompetero.
Por nada más.
Por nada menos.

No por la cuenta de tus días:
por tu diario nacimiento.
No por tu ayer segado:
por tu mañana nuevo.
No por tu lágrima, que existe.
No por tu paso en soledad, que es cierto.
No por quien llora su pecado
de negación sobre tu pecho:
por tu salud de amor;
por tu olvido sin precio;
por tu perdón;
por tu silencio;
por tu mirada de ojos grandes
sobre la lágrima y el sueño.
Argentina es tu nombre
que desafía el tiempo.

Estás hecha del numen de Mariano, (1)
que es el fuego,
y el del Gran Capitán que toma el rayo (2)
donde lo bate el cielo,
y el del hermano que vendrá y ya viene
por avatar del genio.
De nada más.
De nada menos.

Entre uno y otro estallan
los formidables términos,
sobre un trasfondo de tambor herido,
de guitarra y lamento,
y de descarga que en el pecho estampa
con un relámpago la flor de ceibo.
Es Juan José. Es Ignacio. Es Bernardino. (3) (4) (5)
Es Martín. Es Guillermo. (6) (7)
Es el clamor de Cayetano (8)
que hace temblar el templo.
Es un manco que gana las batallas (9)
hasta después de muerto.
Es Esteban que canta. (10)
Es Domingo que irrumpe en los infiernos. (11)
Es la “manzana de las luces” (12)
que fuerza las tinieblas. Es Caseros (13)
que echa abajo las puertas,
y son los mil doscientos
que Aarón conduce con la sed y el hambre (14)
del fondo del Antiguo Testamento,
sembrando en mar y río y selva sola
los corderitos de sus niños muertos.

Es Gregorio que a pié cruza los Andes (15)
con la noticia en el sombrero.
Son las trescientas leguas de Calixto (16)
para mirar en Mayo el día nuevo.

Es Juana fantasmal. (17)
Es Macacha cosiendo y descosiendo. (18)
Es toda la mujer y todo el niño,
con todo el hombre galopando o preso.

Es la cabeza mártir
de Marco ante su pueblo. (19)
Es Próspero que aprende su proclama (20)
como si fuera un verso.

Es la niña que lleva de la mano
su niño al guerrillero.
Es el niño que vuela entre fusiles.
Es el niño que llega, mensajero.

Es la madre que lava silenciosa
su llorado pañuelo.
Es Manuel que levanta de las aguas (21)
su azul de ropa hacia el azul del cielo.

Es una imprenta a cuestas.
Es Juan Cruz, Es Florencio. (22) (23)
Es un himno más fuerte que la muerte,
en todas partes y de afuera adentro.

Es Bernardo. Es Tomás. Es Juan Bautista. (24) (25) (26)
Es una larga procesión de trenos.
Bajo una lámpara, junto a una mesa,
es Rufino, maestro. (27)

Es la guitarra que enamora y lleva
por vado y por desierto.
Es la que llora a Juan en Humahuaca. (28)
Es Martín Fierro. (29)

Es la misma guitarra que a la plaza
llega alada y armada con su cielo.
Son cítaras y guitarras confundidas
en dos Bartolomé que hacen el pueblo. (30) (31)

Es Nicolás, pujante. (32)
Es Leandro, profético. (33)
Es María de Alcorta con su grito. (34)
Es Lisandro que se derrumba en trueno. (35)

Y es una inmensa lluvia para todos
sobre un trigal inmenso.

Argentina te llamas,
que no conoce el sueño.

2

Tu destino es de amor; tu sal, del hombre,
de todo el hombre por el mundo entero,
porque es una la lágrima y la sangre
de todo el hombre que quedó en tu suelo.
Así lo quiere el hombre numeroso
que planta el árbol y que bate el hierro,
y el hombre solo que por bien del hombre
vigila el mar y el solitario hielo.
Tu libertad se llama María Eusebia. (36)
Tu libertad nació de un solo peso.
En tu enfaldo la tengas siempre niña,
como la puso el pueblo,
mojada por la lluvia
de tu día primero.

Así lo quiere tu labrada tierra.
Así tu mar inmenso.
Así tu mineral y tu ganado.
Todo tu mundo está cantando “quiero”;
la trinidad cereal de tu bandera;
el río maderero;
el otro río que por honda herida
sale a la luz para decir “soy negro”,
y el gran río que tiene en el Salado
su gárgara de sal para ser bueno.

Así lo quiere en su lección de espera;
así lo quiere repitiendo “espero”,
clavada mariposa que no muere,
tu bella cenicienta del océano.

Hay quien te llama Luz, y no te ve.
yo te llamo camino, y me prosterno
con mi filial temor de San Martín,
con mi temblor de niño por Moreno,
y pido, por mi espiga y mi paloma,
que me pongas al hombro tu cordero,
para llevarlo un día, un solo día
de puerta en puerta, por el mundo entero.

1960

(1)     Mariano Moreno: Buenos Aires, 23 de septiembre de 1778 - alta mar, 4 de marzo de 1811), fue un abogado, periodista y político de las Provincias Unidas del Río de la Plata, actual Argentina. Tuvo una participación importante en los hechos que condujeron a la Revolución de Mayo, y una actuación decisiva como secretario de la Primera Junta, resultante de la misma.
(2)     Gran Capitán: José de San Martín: Yapeyú, Virreinato del Río de la Plata, 25 de febrero de 1778 - Boulogne-sur-Mer, Francia, 17 de agosto de 1850) fue un militar argentino cuyas campañas fueron decisivas para las independencias de la Argentina, Chile y el Perú.
(3)     Juan José Castelli: (Buenos Aires, 19 de julio de 1764 - íd., 12 de octubre de 1812) fue un abogado y político notable de las Provincias Unidas del Río de la Plata, actual República Argentina. Conocido como "el orador de Mayo", se caracterizó junto a Mariano Moreno por su enérgico apoyo a la Revolución de Mayo. Fue miembro de la Primera Junta resultante tras dicha revolución.
(4)     Ignacio Xavier Warnes: (1770-1816). Militar argentino. Contribuyó a la defensa de Buenos Aires contra los ingleses en 1807, y se cubrió de gloria en la defensa de Santa Bárbara. Participó en la expedición al Paraguay y murió como un héroe en la batalla de Pari, cuando intentaba expulsar a los realistas de Santa Cruz.
(5)     Bernardino Rivadavia: (Buenos Aires, 20 de mayo de 1780 – Cádiz, 2 de septiembre de 1845) fue un político, de las Provincias Unidas del Río de la Plata, actual Argentina. Fue Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata,[1] ejerciendo dicho cargo entre el 8 de febrero de 1826 y el 7 de julio de 1827.
(6)     Martín Miguel de Güemes: (n. 8 de febrero de 1785, ciudad de Salta - † 17 de junio de 1821, Cañada de la Horqueta, provincia de Salta) fue un militar argentino que cumplió una destacada actuación en la Guerra de Independencia de la Argentina. Durante seis años ejerció la gobernación de la provincia de Salta y con muy escasos recursos libró una casi constante guerra defensiva, conocida como Guerra Gaucha, que mantuvo al resto del territorio argentino libre de invasiones realistas.
(7)     Guillermo Brown: Foxford, Condado de Mayo, Reino de Irlanda (actual República de Irlanda), 22 de junio de 1777 – Buenos Aires, Argentina, 3 de marzo de 1857) fue el primer almirante de la fuerza naval de la Argentina, tanto en la cronología como en el prestigio. Consagró su vida al servicio de su patria de adopción.
(8)     Fray Cayetano Rodríguez: (1761 - 21 de enero de 1823) fue un clérigo, patriota y poeta argentino. Fue diputado en el Congreso de Tucumán del 9 de julio de 1816, el cual declaró la Independencia Argentina.
(9)     José María (el manco) Paz: (Córdoba, Argentina; 9 de septiembre de 1791 – Buenos Aires el 22 de octubre de 1854) fue un militar argentino que participó en varias guerras de la Independencia.
(10)  Esteban Echeverría: (Buenos Aires, Argentina, 2 de septiembre de 1805 - Montevideo, Uruguay, 19 de enero de 1851) fue un escritor y poeta argentino, que introdujo el romanticismo en su país. Perteneciente a la denominada Generación del 37, es autor de obras como Dogma Socialista, La cautiva y El matadero, entre otras.
(11) Domingo Faustino Sarmiento: (San Juan, Argentina, 15 de febrero de 1811 – Asunción del Paraguay, Paraguay, 11 de septiembre de 1888) fue un político, pedagogo, escritor, docente, periodista y militar argentino; gobernador de la Provincia de San Juan entre 1862 y 1864, Senador Nacional por su Provincia entre 1874 y 1879 y presidente de la Nación Argentina entre 1868 y 1874.
(12) “Manzana de las luces”: Se conoce por tal a la manzana que comprende las actuales calles Bolívar, Moreno, Perú y Alsina de Buenos Aires. Allí estaban las casas y los salones de los diálogos filosóficos y los comentarios sobre las novedades literarias en las primeras horas de nuestra patria.
(13) Caseros: En la batalla de Caseros, ocurrida el 3 de febrero de 1852, el ejército de la Confederación Argentina al mando de Juan Manuel de Rosas, Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina fue derrotado por el Ejército Grande, compuesto por fuerzas del Brasil, el Uruguay y las provincias de Entre Ríos y Corrientes, liderado por el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, quien se había sublevado contra Rosas el 1º de mayo de 1851 en que lanzó el llamado Pronunciamiento de Urquiza. La batalla culminó con la victoria del Ejército Grande y la derrota de Rosas, que dejó de dicha forma el gobierno de la provincia de Buenos Aires.
(14) Aarón Castellanos: (Salta, Argentina 8 de agosto de 1799, 1800, 1801 ó 1802 - Rosario, Santa Fe, Argentina 1 de abril de 1880) fue un colonizador y militar argentino que incentivó el poblamiento de la provincia de Santa Fe, teniendo como obra cúlmine la fundación de la colonia agrícola Esperanza, en 1852.
(15) Gregorio (Goyo) Gómez Orcajo: Revolucionario de 1810 en Argentina y Chile. Amigo personal de San Martín y su administrador en América cuando el Gran Capitán viaja al exilio en Francia.
(16) Calixto Gauna: (n en Salta alrededor de 1748 – m en Salta en 1833) En virtud de los desempeños de Alguacil Mayor hasta el de Comandante de Milicias de la Intendencia, encontróse presente en el pronunciamiento del Cabildo salteño en la jornada del 19 de Julio de 1810, mediante el cual resolvía adherir a la nueva Junta de Gobierno surgida en Buenos Aires el 25 de Mayo, y que atrajo la reacción del Gobernador don Nicolás Severo de Isasmendi que lo hizo apresar, junto a los demás cabildantes. Ante tal situación es que, durante la noche se evadió y pudo así realizar la hazaña de cabalgar 352 leguas y llegar a Buenos Aires en sólo 8 días, para hacer conocer a la Junta de Gobierno lo que sucedía en Salta. Recibido de inmediato por dicha junta informó detalladamente los planteos formulados en su provincia y, luego de un descanso de sólo 24 horas partió de regreso con la designación del Coronel Dr. Feliciano Chiclana como Gobernador de Salta.
(17) Juana Azurduy: (La Plata (hoy Sucre), 12 de julio de 1780 - 25 de mayo de 1862) fue una patriota guerrillera del Alto Perú (actual Bolivia), que acompañó a su esposo Manuel Ascencio Padilla en el liderazgo de la Republiqueta de La Laguna en las luchas por la emancipación en el Virreinato del Río de la Plata, por lo que es honrada su memoria en la Argentina y en Bolivia.
(18) Macacha: Magdalena Güemes de Tejada: (11 de diciembre de 1787, ciudad de Salta — 7 de junio de 1866, ciudad de Salta) fue una patriota argentina, hermana del general y héroe de la Independencia argentina Martín Miguel de Güemes, y una de sus principales colaboradores.
(19) Marco M. de Avellaneda: (Catamarca, 18 de junio de 1813 - Metán, 3 de octubre de 1841). Gobernador de la Provincia de Tucumán Padre del presidente argentino Nicolás Avellaneda. Se pronunció contra Rosas el 7 de abril de 1840. Derrotada la Liga del Norte por Oribe, en la batalla de Famaillá (Tucumán), el 19 de septiembre de 1841. Avellaneda debió exiliarse. A caballo, se dirigió hacia el norte, buscando alcanzar Jujuy. Fue traicionado y arrestado por Gregorio Sandoval, su lugarteniente, quien decidió pasarse al bando rosista. Junto con otros oficiales fue entregado a Oribe. Este dispuso se ejecución, que llevó a cabo el coronel Mariano Maza degollándolo el 3 de octubre en Metán (Salta). Su cabeza fue expuesta para escarmiento, clavado en una pica, en el centro de la plaza. Se le conoce como el Martir de Metán,
(20) Próspero – Hijo menor de Fortunata García de García: (*San Miguel de Tucumán; 1802 –† Id.; 1860), tucumana, esposa y madre de los gobernadores de provincias argentinas Domingo García y Próspero García, respectivamente. La tradición asegura que doña Fortunata robó de noche la cabeza de Marco Avellaneda, expuesta en una pica en la plaza de Metán (Salta), y la ocultó en el iglesia de San Francisco. Uno de sus hijos, el abogado Próspero García, fue gobernador de Tucumán.
(21) Manuel Belgrano: (Buenos Aires, 3 de junio de 1770 – ibídem, 20 de junio de 1820) fue un intelectual, economista, periodista, político, abogado y militar de las Provincias Unidas del Río de la Plata, actual Argentina. Participó de la Revolución de Mayo y de la Guerra de Independencia de la Argentina, y es el creador de la Bandera de Argentina.
(22) Juan Cruz Varela: (Buenos Aires, 1794 – Montevideo, 1839) fue un escritor, periodista y político argentino, hermano del líder unitario Florencio Varela.
(23) Florencio Varela: (Buenos Aires, 23 de febrero de 1807 - Montevideo, 20 de marzo de 1848) fue un jurista, escritor, periodista y educador argentino. En su juventud fue poeta, se le atribuyen varias composiciones y una obra dramática. De destacada actuación en el partido unitario, fue perseguido por Rosas y tuvo que emigrar a Montevideo (Uruguay). Desde que Lavalle se puso en campaña con el apoyo de Francia para derrocar a Rosas, él era el hombre de pensamiento y de acción de la Comisión Argentina, cuyo encargo principal era proveer de recursos al Ejército unitario. Fundó en 1845 el periódico El Comercio del Plata.
(24) Bernardo de Monteagudo: (Tucumán, 20 de agosto de 1789 - Lima, 28 de enero de 1825), abogado, político, periodista, militar y revolucionario argentino, que tuvo actuación destacada en los procesos independentistas en el Alto Perú, Buenos Aires, Chile y Perú. Fue brazo ejecutor de los libertadores José de San Martín, Bernardo O'Higgins y Simón Bolívar, y se ubicó en el ala más radicalizada de la revolución independentista hispanoamericana, practicando (como los otros "jacobinos argentinos": Mariano Moreno y Juan José Castelli) violentas políticas revolucionarias.
Fue uno de los precursores de la independencia de las colonias españolas en América y, con 19 años, uno de los líderes de la Revolución de Chuquisaca del 25 de mayo de 1809, de la que fue el redactor de su proclama.
(25) Tomás Guido: (n. Buenos Aires, 1 de noviembre de 1788 – m. 14 de setiembre de 1866). General sanmartiniano, diplomático y político. Actuó en las Invasiones Inglesas y adhirió a la Revolución de Mayo de 1810. Brindó su talento negociador durante los difíciles momentos de la independencia. Su célebre Memoria, fruto de sus conversaciones con el General San Martín, fueron determinantes para que el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón le diera su apoyo a la realización de la campaña libertadora de Chile y Perú.
(26) Juan Bautista Alberdi: (San Miguel de Tucumán, 29 de agosto de 1810 - Neuilly-sur-Seine, Francia, 19 de junio de 1884) fue un jurista, economista, político, escritor y músico argentino, autor intelectual de la Constitución Argentina de 1853.
(27) Rufino Sánchez: Maestro de actuación abnegada y fecunda, de las escuelas creadas por el Triunvirato
(28) Juan Lavalle: Buenos Aires, 17 de octubre de 1797 – San Salvador de Jujuy, 9 de octubre de 1841), militar y político argentino, figura destacada de la Guerra de Independencia de la Argentina y sudamericana, y líder unitario militar y político durante las guerras civiles en ese país.
(29) Martín Fierro: es un poema narrativo de José Hernández, obra literaria considerada ejemplar del género gauchesco en Argentina, Uruguay y Río Grande del Sur (al sur de Brasil). Se publicó en 1872 con el título El Gaucho Martín Fierro, y su continuación, La vuelta de Martín Fierro, apareció en 1879. Narra el carácter independiente, heroico y sacrificado del gaucho. El poema es, en parte, una protesta en contra de la política del presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento de reclutar forzosamente a los gauchos para ir a la frontera contra el indio.
(30) Bartolomé Mitre: (Buenos Aires, 26 de junio de 1821 - 19 de enero de 1906) fue un político, militar, historiador, hombre de letras, estadista y periodista argentino; gobernador de la Provincia de Buenos Aires y Presidente de la Nación Argentina entre 1862 y 1868.
(31) Bartolomé Hidalgo: (Montevideo, 1788 - Morón, 1822) fue un escritor de las Provincias Unidas del Río de la Plata, iniciador de la poesía gauchesca en el Río de la Plata. En el año 1811 se incorporó a la revolución emancipadora del Uruguay, confirmando su doble rol, tan común en esa época,de ser gente de milicia y de actividad personal.
(32) Nicolás Avellaneda: (San Miguel de Tucumán, Argentina; 3 de octubre de 1837 - alta mar; 24 de noviembre de 1885), abogado, periodista y político argentino. Presidente de Argentina entre 1874 y 1880. Hijo de Marco Avellaneda (ajusticiado en Metán por su oposición a Juan Manuel de Rosas).
(33) Leandro N. Alem: (Buenos Aires, 11 de marzo de 1842 – ibídem, 1 de julio de 1896), fue un político argentino, fundador de la Unión Cívica Radical, elegido dos veces diputado provincial y dos veces senador nacional.
(34) María de Alcorta: María Bulzani, campesina del pueblo de Alcorta, una de la principales protagonistas del movimiento que se conoce por “El Grito de Alcorta”.
(35) Lisandro de la Torre: (Rosario, Santa Fe, 6 de diciembre de 1868 – Buenos Aires, 5 de enero de 1939) fue un político argentino. Tras la derrota de la Revolución del 90, Lisandro de la Torre (Fiscal de la Patria) apoyó a Leandro Alem, y participó en 1891 en la creación de la Unión Cívica Radical, siendo uno de los principales referentes del nuevo partido en la provincia de Santa Fe.
(36) María Eusebia Segovia: Su nombre aparece en la lista publicada por “La Gazeta”, que se abre para reunir fondos destinados a equipar los ejércitos libertadores. Es esclava, y con licencia de su amo, contribuye con un peso fuerte y se ofrece para servicio de cocina de la tropa con dos hijos. Causa ternura y emoción constatar estos aportes que revelan el consenso de la parte popular más escasa de fortuna, como lo señala la propia Gazeta en una editorial firmada por Mariano Moreno.






Mater

1

A veces vuelvo a ti.
Es cuando pierdo el mundo.
Vuelvo sobre mis pasos, como el ciervo,
a tu valle profundo.

Ha tiempo que te has ido.
Pero yo vuelvo. Estoy volviendo.
En tu silla vacía, para un niño,
siempre te hallo tejiendo.

Vuelvo cada vez menos
porque es más tarde cada vez.
Con el miedo de que no me conozcas
me abrazo a tus pies.

En tu regazo con ovillo blanco
pongo al fin mi cabeza.
Qué lejos está todo:
mi niñez, tu tristeza.

Oh, madre del buen sueño.
Oh, gran señora del amor,
en un trono de silla de tejer,
sola, sin resplandor.

Por tu hilo regreso a tu silencio.
Yo sólo valgo tu dolor.

2

A veces vuelvo a ti.
Siempre con una herida.
Será porque eres triste, porque eres
dulce y desconocida.

Vuelvo para marcharme nuevamente
al encuentro del hombre, con mi rosa.
Mi rosa es blanca
por tu tristeza poderosa.

Porque tus ojos me lo mandan: corre;
con tu palabra: hermano,
el mensajero soy de tu esperanza
que canta y da la mano.

Oh, dulce sierva de los niños.
Oh, dolorosa del amor,
en un trono de silla de tejer,
sola, sin resplandor.

Tomado de tu hilo voy corriendo
con mi ofrecida flor.



1 comentario:

  1. Gracias¡¡¡para volver a pensar desde este lugar, tantas cosas, como la política y eso que llamamos campo, y eso que ni nombramos que llama patria.Libertad, igualdad, fraternidad...

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